CIUDAD DEL VATICANO / GLOBAL, 25 de diciembre de 2025 – Como ocurre cada año desde hace casi dos milenios, el mundo se detiene hoy para conmemorar la Navidad. Aunque para la Iglesia Católica y las diversas denominaciones cristianas el centro de la festividad es el nacimiento de Jesús en Belén, la fecha ha trascendido las fronteras de los templos para convertirse en el fenómeno cultural, social y económico más influyente del calendario occidental.
El Origen de una Fecha Simbólica
A pesar de la certeza con la que hoy celebramos el 25 de diciembre, la historia detrás de esta elección es un fascinante ejercicio de diplomacia religiosa y adaptación cultural. Los Evangelios de Lucas y Mateo, que narran el nacimiento de Jesús, no especifican una fecha exacta. No fue sino hasta el siglo IV, bajo el pontificado del Papa Julio I, cuando la Iglesia institucionalizó el 25 de diciembre.
Los historiadores coinciden en que esta elección tuvo un propósito estratégico: cristianizar las festividades paganas del solsticio de invierno. En la antigua Roma, estas fechas coincidían con las Saturnales (en honor a Saturno) y el nacimiento del Sol Invictus. Al superponer la figura de Jesús, considerado por la fe cristiana como la "Luz del Mundo", sobre el renacimiento del sol físico, la Iglesia logró una transición cultural que facilitó la expansión del cristianismo por todo el Imperio Romano y, posteriormente, por Europa.
La Evolución de las Tradiciones
Lo que hoy conocemos como Navidad es una amalgama de costumbres acumuladas a través de los siglos. El Pesebre o Belén, por ejemplo, tiene su origen en el año 1223, cuando San Francisco de Asís realizó la primera representación viva del nacimiento en una cueva de Greccio, Italia, para acercar el misterio religioso al pueblo analfabeto.
Por otro lado, el Árbol de Navidad tiene raíces germánicas. Se cuenta que San Bonifacio, al evangelizar a los pueblos del norte de Europa, sustituyó el sacrificio humano en robles sagrados por la decoración de abetos, cuyos picos apuntan al cielo y cuya hoja perenne simboliza la vida eterna. Estas tradiciones locales se globalizaron durante el siglo XIX, impulsadas en gran medida por la reina Victoria de Inglaterra y su esposo, el príncipe Alberto, quienes popularizaron el árbol decorado en el Palacio de Buckingham.
El Impacto en la Sociedad Contemporánea
En la actualidad, la Navidad se vive en una dualidad constante. Por un lado, la Misa de Gallo y las celebraciones litúrgicas mantienen vivo el fervor espiritual de millones de creyentes que ven en el "Niño Dios" un mensaje de esperanza, humildad y paz. El mensaje Urbi et Orbi del Papa desde la Plaza de San Pedro sigue siendo uno de los eventos televisados más vistos del planeta, haciendo llamados recurrentes a la caridad y la atención a los refugiados y desfavorecidos.
Por otro lado, la Navidad ha pasado a ser el motor principal de la economía de consumo. La figura de Santa Claus —basada en San Nicolás de Bari, un obispo del siglo IV famoso por su generosidad— fue reinterpretada por la publicidad y la literatura del siglo XIX y XX hasta convertirse en el ícono global que conocemos hoy. El intercambio de regalos, aunque inspirado en los presentes de los Reyes Magos, se ha transformado en un pilar del comercio minorista mundial.
Un Lenguaje Universal de Paz
Más allá de las diferencias teológicas o comerciales, la Navidad funciona como un "paréntesis" en el conflicto humano. El ejemplo más recordado es la Tregua de Navidad de 1914, donde en plena Primera Guerra Mundial, soldados enemigos abandonaron las trincheras para compartir tabaco, comida y cánticos. Ese espíritu de fraternidad es lo que define la importancia de la fecha hoy: un momento de reunión familiar, de balance personal y de renovación de votos de solidaridad.
En un mundo cada vez más secularizado, la Navidad sobrevive no solo como un rito religioso, sino como una necesidad humana de luz en medio de la oscuridad del invierno (en el hemisferio norte) y como un recordatorio de que, independientemente de la fe, la búsqueda de la paz y la buena voluntad sigue siendo el anhelo más profundo de la humanidad.
