MOSCÚ, 25 de diciembre de 1991 – En una noche gélida que cambió el curso de la civilización moderna, el mundo presenció lo que parecía impensable apenas una década atrás: la disolución formal de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). A las 19:00 horas, hora de Moscú, Mijaíl Serguéyevich Gorbachov se dirigió a la nación a través de la televisión estatal para anunciar su dimisión como presidente del primer Estado socialista del mundo.
El Discurso del Adiós
Gorbachov, con semblante serio pero firme, reconoció que el sistema que heredó en 1985 estaba "asfixiado por los grilletes del sistema de comando burocrático". En su mensaje de despedida, el líder soviético no pidió perdón, sino que defendió sus políticas de Perestroika (reestructuración) y Glásnost (transparencia). "El destino quiso que, cuando me encontré al frente del Estado, ya estuviera claro que no todo iba bien en el país", afirmó, señalando que la carrera armamentista y el aislamiento ideológico habían llevado a la Unión al límite de sus posibilidades.
Crónica de una Caída Anunciada
La desintegración no fue un evento aislado de un solo día. Fue la culminación de un proceso erosivo que comenzó con las ansias de libertad en las repúblicas bálticas y se aceleró tras el fallido Golpe de Agosto de 1991. Aquel intento de la línea dura del Partido Comunista por retomar el control solo sirvió para catapultar la figura de Boris Yeltsin y demostrar que el centro ya no podía sostenerse.
Pocas semanas antes de esta Navidad, el 8 de diciembre, los líderes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia firmaron el Tratado de Belavezha, declarando que la URSS dejaba de existir como "sujeto de derecho internacional". El discurso de hoy de Gorbachov no es más que el acta de defunción oficial de una estructura que ya estaba muerta en la práctica.
Un Mundo Unipolar
Apenas minutos después de que Gorbachov terminó de hablar, la bandera roja con la hoz y el martillo fue arriada del mástil principal del Kremlin. En su lugar, se izó la tricolor blanca, azul y roja de la Federación Rusa. Este acto simbólico cerró oficialmente la Guerra Fría, el conflicto ideológico que dividió al planeta durante casi medio siglo.
Para Occidente, es el triunfo de la democracia liberal y el capitalismo; para millones de ciudadanos soviéticos, es el inicio de una era de incertidumbre económica y la pérdida de la identidad de una superpotencia. El mapa del mundo amanece mañana con 15 nuevas naciones soberanas, desde el Mar Báltico hasta el Asia Central.