Fecha: 28 de octubre de 2025
El mar Caribe se ha convertido en un tablero de ajedrez geopolítico de alto riesgo. La decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de desplegar el portaaviones nuclear USS Gerald R. Ford —el buque de guerra más grande y avanzado del mundo— ha provocado una escalada de tensiones militares y diplomáticas con Venezuela, reavivando los temores de una intervención militar directa en la región.
El Pentágono confirmó el despliegue del grupo de ataque del portaaviones, que incluye varios destructores lanzamisiles y un submarino, como parte de una operación ampliada contra las Organizaciones Criminales Transnacionales (TCOs) y el narcoterrorismo. Sin embargo, en Caracas, esta maniobra es vista como una "provocación directa" y el preludio de un intento de "cambio de régimen".
La tensión se disparó este lunes, cuando el Ministro de Interior de Venezuela, Diosdado Cabello, denunció que un buque lanzamisiles estadounidense, identificado como el USS Gravely, atracó en Trinidad y Tobago, "muy cerca" de las costas venezolanas, para realizar ejercicios militares conjuntos.
"Creen que con una bombita salimos corriendo y se acabó todo", declaró Cabello en una rueda de prensa, calificando la presencia naval como una amenaza de "posible invasión" y una "provocación" coordinada entre Washington y el gobierno trinitense.
La "Guerra del Gas" con Trinidad y Tobago
La respuesta de la administración de Nicolás Maduro fue inmediata y contundente, no solo militarmente, sino también económicamente. En la noche del lunes, Maduro anunció la "suspensión inmediata" de todos los acuerdos energéticos y de cooperación en materia de gas con Trinidad y Tobago.
Esta decisión congela un proyecto conjunto vital para el desarrollo de bloques de gas compartidos entre ambas naciones. Maduro justificó la medida acusando a la primera ministra trinitense, Kamla Persad-Bissessar, de convertir a su país "en el portaaviones del imperio estadounidense contra Venezuela" y ser una "propulsora de la guerra".
Por su parte, el Ministerio de Asuntos Extranjeros de Trinidad y Tobago negó las acusaciones, asegurando que los ejercicios con el USS Gravely tienen como único propósito la lucha contra el crimen transnacional y la cooperación humanitaria, y no buscan provocar hostilidades contra Venezuela. Sin embargo, Caracas rechaza esta explicación, insistiendo en que es parte de un plan orquestado por la CIA para "instalar una guerra en el Caribe".
El USS Gerald R. Ford y la "Fase 2"
El despliegie del USS Gerald R. Ford, con sus 90 aeronaves y más de 4,000 tripulantes, es una demostración de fuerza abrumadora que, según analistas militares, excede largamente lo necesario para una simple operación antinarcóticos. Fuentes no oficiales en Washington han calificado esta movilización como la "Fase 2" de la estrategia de presión contra el régimen de Maduro, una fase que podría incluir operaciones "quirúrgicas" contra infraestructura logística del narcotráfico dentro de Venezuela.
Este despliegue se produce en un contexto de acciones militares previas. En los últimos dos meses, Estados Unidos ha realizado varios ataques con misiles en el Caribe contra embarcaciones sospechosas de narcotráfico, algunas presuntamente vinculadas al "Tren de Aragua", dejando un saldo de más de 40 muertos, según denuncias venezolanas.
La reacción de Rusia y las preocupaciones en el Congreso
La escalada no ha pasado desapercibida para los aliados de Venezuela. El Kremlin reafirmó su "respaldo total" a Caracas. El Senado ruso aprobó recientemente la ratificación de un acuerdo de asociación estratégica con Venezuela, y el canciller Sergey Lavrov condenó el despliegue estadounidense, advirtiendo que cualquier agresión contra su socio desestabilizaría a toda América Latina.
Mientras tanto, en Estados Unidos, la exhibición de fuerza de la administración Trump no goza de apoyo unánime. Han surgido informes de que miembros influyentes del Congreso estadounidense han solicitado "mesura" a la Casa Blanca, expresando su preocupación de que una escalada militar accidental o una operación mal calculada pueda arrastrar al país a un conflicto impredecible en su propio hemisferio, especialmente con potencias como Rusia respaldando activamente a Caracas.