Las principales potencias económicas del planeta —Estados Unidos, China y los países productores de petróleo en Oriente Medio— están atravesando un proceso de redefinición estratégica de sus políticas económicas en respuesta a un mundo cambiante marcado por la transición energética, los conflictos geopolíticos y la innovación tecnológica.
En Estados Unidos, el presidente actual ha apostado por un modelo de reindustrialización que prioriza el “Made in USA”, con enormes subsidios a sectores clave como la energía renovable, semiconductores y vehículos eléctricos, bajo leyes como el Inflation Reduction Act. Sin embargo, la inflación sigue preocupando: el último reporte reveló un alza del 2,7 % interanual, lo que mantiene la presión sobre la Reserva Federal y el poder adquisitivo de los ciudadanos.
China, por su parte, busca reactivar su economía tras una ralentización postpandémica, combinando estímulos fiscales, inversión pública y medidas para contener su inestable mercado inmobiliario. Además, refuerza alianzas comerciales con África, América Latina y Asia para reducir su dependencia de los mercados europeos y norteamericanos.
En Oriente Medio, países como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos están acelerando sus planes de diversificación económica. Aunque el petróleo sigue siendo su principal fuente de ingresos, apuestan por megaproyectos de turismo, ciudades futuristas (como NEOM) y grandes inversiones en energías limpias.
Estas dinámicas remodelan el mapa económico global y abren nuevos espacios para alianzas, tensiones y oportunidades.