Quito, 28 de agosto del 2025.
Panamá conserva más de 200 restos de migrantes sin identificar en el Darién.
Panamá enfrenta una crisis humanitaria silenciosa: más de 220 restos humanos de migrantes permanecen sin identificar tras haber fallecido en el intento de atravesar la peligrosa selva del Darién, uno de los corredores migratorios más difíciles y mortales del continente.
El drama en la selva
La travesía por el Darién, que conecta Colombia con Panamá, se ha convertido en un símbolo del riesgo que enfrentan quienes buscan llegar a Norteamérica. El terreno agreste, las condiciones climáticas extremas, la fauna salvaje y la presencia de grupos criminales hacen de esta ruta una de las más mortíferas. Allí, entre 2019 y 2024, se recuperaron centenares de cuerpos, muchos de los cuales nunca llegaron a ser identificados.
Las autoridades panameñas confirmaron que actualmente unos 220 cadáveres, hallados en distintos sectores del Darién, yacen en un cementerio levantado en 2023 con apoyo del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Este panteón fue creado para dar un entierro digno a las víctimas, pero la mayoría descansa bajo lápidas sin nombre.
Limitaciones en la búsqueda
El director del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Panamá, José Vicente Pachar, reconoció las limitaciones del Estado para atender la magnitud del problema. “No contamos ni con la capacidad ni con los recursos necesarios para recorrer toda la selva en busca de más cuerpos”, señaló. Según explicó, muchos de los restos fueron encontrados casi completos, lo que en parte facilita el trabajo forense, aunque otros están en avanzado estado de descomposición.
El funcionario admitió que probablemente existan aún más cadáveres ocultos entre la vegetación y los ríos del Darién, pero el acceso a esos lugares es tan complejo que las labores de rescate resultan prácticamente imposibles.
Avances en la identificación
La mayoría de los cuerpos recuperados han sido sometidos a análisis forenses, incluyendo la recolección de muestras genéticas. Sin embargo, el proceso avanza con lentitud. Para reforzar esta tarea, Panamá contará con el apoyo de un equipo forense de Argentina, que colaborará en los estudios de ADN con la meta de identificar a las víctimas.
Una vez se establezca la identidad de los fallecidos, las autoridades intentarán localizar a los familiares y, en coordinación con los gobiernos de origen, organizar la repatriación de los restos. Este trabajo es clave para ofrecer respuestas a las familias que llevan años sin noticias de sus seres queridos.
Una tragedia con rostro humano
La mayoría de los migrantes que se aventuran por el Darién provienen de Venezuela, Haití, Ecuador, Colombia y varios países africanos y asiáticos. Algunos logran continuar hacia Centroamérica, pero otros quedan atrapados en el camino, perdiendo la vida en circunstancias desgarradoras.
El hallazgo de más de 200 cuerpos sin identificar refleja el lado menos visible de la migración: las vidas que se pierden y que no siempre son registradas en las estadísticas oficiales. Para muchas familias, la ausencia de confirmación sobre el paradero de sus parientes se convierte en un dolor interminable.
Una oportunidad en medio de la crisis
Paradójicamente, la disminución del flujo migratorio en 2025 ha permitido a Panamá concentrar esfuerzos en la gestión de estos casos. El descenso en el número de personas cruzando el Darién ha abierto un espacio para avanzar en las labores de identificación de cuerpos y en el fortalecimiento de los equipos forenses.
No obstante, expertos advierten que la magnitud de la tragedia requiere un abordaje más amplio: rutas migratorias seguras, mecanismos legales de movilidad y mayor cooperación internacional. Sin estos elementos, advierten, la selva seguirá acumulando víctimas invisibles.
Una deuda pendiente
El hecho de que más de 200 personas permanezcan enterradas sin nombre en territorio panameño es un recordatorio de los peligros del Darién y de la fragilidad de quienes lo cruzan. La selva guarda secretos dolorosos, y cada resto humano hallado es la evidencia de un sueño truncado en busca de una vida mejor.
Panamá, con ayuda internacional, intenta dar un rostro a cada una de estas víctimas. Sin embargo, el proceso es lento, y para muchos familiares en diferentes países la espera de respuestas puede prolongarse aún más.