Las piedras bajo las vías del tren: más que simples “piedrecitas” 

1. Distribuye el peso del tren:
   Cada vez que un tren pasa, ejerce toneladas de presión sobre la vía. El balasto actúa como un amortiguador natural, repartiendo ese peso sobre el terreno para que los rieles no se hundan ni se deformen. Esto es crucial especialmente en terrenos blandos o irregulares.
   
   
2. Mantiene la estabilidad de las vías:
   Las traviesas, esas piezas de madera o concreto que sostienen los rieles, necesitan permanecer perfectamente alineadas. El balasto las mantiene firmes, evitando movimientos laterales o verticales que podrían desestabilizar la vía.
   
   
3. Facilita el drenaje del agua:
   El balasto permite que el agua de lluvia se filtre entre las piedras y se drene con facilidad, evitando acumulaciones que puedan debilitar la estructura de la vía o generar inundaciones peligrosas.
   
   
4. Reduce vibraciones y ruido:
   El paso de un tren genera vibraciones intensas. Las piedras actúan como amortiguadores naturales, disminuyendo el impacto de las vibraciones sobre la vía y el terreno, y también reduciendo el ruido para los alrededores.
   
   
5. Previene el crecimiento de vegetación:
   Sin el balasto, hierbas y raíces podrían crecer entre las traviesas, desestabilizando la vía y comprometiendo la seguridad de los trenes. Las piedras forman una barrera que dificulta la proliferación de plantas no deseadas.