Internacional

Gobernanza criminal y destrucción ecológica: la Amazonía en alerta máxima.

Publicado por:
Journalist: John Jairo G.A
Publicado en:
August 21, 2025
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Quito, 21 de agosto del 2025.

La Amazonía se convierte en el epicentro global de conflictos socioambientales

La Amazonía, que abarca territorios de Brasil, Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia y Venezuela, se ha consolidado como la región más conflictiva del planeta en términos socioambientales, según informes recientes de organizaciones internacionales dedicadas a la conservación y el desarrollo sostenible. La zona concentra múltiples tipos de conflictos: desde la deforestación y la minería ilegal, hasta la presencia de grupos armados que imponen un control paralelo al Estado.
Actualmente, se estima que al menos 17 grupos armados ilegales operan en aproximadamente 69 % de los municipios amazónicos, incluyendo regiones que comparten fronteras internacionales. Esto convierte a la Amazonía en un territorio de alta vulnerabilidad, donde los intereses económicos, sociales y criminales se entrelazan de manera compleja.

Gobernanza criminal y ausencia del Estado

En muchas zonas amazónicas, las autoridades estatales tienen limitada presencia, lo que ha permitido que organizaciones criminales establezcan una gobernanza paralela. Entre los grupos más notorios se encuentran el Comando Vermelho, el Primer Comando Capital (PCC) y el ELN, que controlan territorios completos, desarrollan actividades ilícitas como narcotráfico, minería ilegal, tráfico de madera y fauna, y extorsionan a las comunidades locales.

Esta situación no solo genera un vacío institucional, sino que produce un impacto directo sobre los ecosistemas, provocando contaminación de ríos, deforestación acelerada y desplazamiento de comunidades indígenas y campesinas.

Impacto ambiental

El daño ecológico es significativo. La minería ilegal, especialmente la extracción de oro, contamina ríos con mercurio y otros metales pesados, afectando la fauna y la salud de la población. En Colombia, por ejemplo, se calcula que el 70 % del oro extraído es ilegal, y en toda la Amazonía se han perdido más de 14,7 millones de hectáreas de bosque entre 2001 y 2023, una superficie equivalente al tamaño de un país pequeño como Honduras.

Además, la Amazonía se ha convertido en uno de los lugares más peligrosos para los defensores ambientales, con más de la mitad de los asesinatos de líderes conservacionistas en el mundo ocurriendo en esta región. Colombia y Brasil concentran la mayoría de los casos, con 79 y 25 asesinatos reportados respectivamente en 2023.

Presiones múltiples: crimen, infraestructura y explotación

Los conflictos en la Amazonía no se limitan a los grupos armados. La expansión de megaproyectos de infraestructura, como represas y carreteras, así como la agricultura extensiva y la ganadería, ha fragmentado hábitats y favorecido la deforestación. A ello se suman cultivos ilegales y extracción ilegal de recursos, que generan tensión con las comunidades locales.

Los expertos advierten que enfrentar estos problemas requiere más que acciones policiales. Es fundamental fortalecer las instituciones locales, garantizar la cooperación internacional y establecer regulaciones efectivas para todas las actividades extractivas.

Soluciones urgentes y participación comunitaria

La Amazonía necesita un enfoque integral y coordinado. Expertos recomiendan fortalecer la presencia estatal, proteger a los defensores del medio ambiente y reconocer la autoridad y el conocimiento de las comunidades indígenas. Además, es crucial implementar sistemas de trazabilidad de recursos y control de corredores fluviales, que son utilizados tanto para actividades legales como ilegales.
Las comunidades locales, que albergan conocimientos ancestrales y prácticas sostenibles, desempeñan un papel esencial en la conservación de la biodiversidad. Su involucramiento es clave para garantizar la protección de territorios y ecosistemas estratégicos.

Biodiversidad y derechos de la naturaleza

La Amazonía concentra el 25 % de la biodiversidad mundial, además de millones de personas que dependen directamente de los bosques y ríos para su subsistencia. Reconocer a la naturaleza como sujeto de derechos y promover la restauración ecológica son estrategias que podrían reducir la presión sobre estos ecosistemas y proteger la vida de las comunidades.
Asimismo, los defensores del medio ambiente insisten en la necesidad de cooperación regional y políticas públicas que integren justicia ambiental, conservación y desarrollo sostenible, evitando la fragmentación de esfuerzos y conflictos entre países amazónicos.

Conclusión


Hoy, la Amazonía no solo simboliza riqueza natural y biodiversidad, sino que también es la región más conflictiva del mundo en materia socioambiental. La combinación de crimen organizado, violencia, explotación de recursos y deficiencia institucional genera un escenario crítico que pone en riesgo a millones de personas y al planeta entero.

Frente a esta realidad, se requiere acción inmediata, cooperación internacional y fortalecimiento de la gobernanza local, con un enfoque que integre la protección ambiental, los derechos de las comunidades indígenas y la recuperación de la autoridad estatal. Solo así será posible evitar un colapso ecológico, social y económico que podría tener consecuencias irreversibles para la humanidad.


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