El Salvador vive un momento político clave: la Asamblea Legislativa, dominada por el oficialismo, aprobó este 31 de julio de 2025 una reforma constitucional que permite la reelección presidencial indefinida, lo que abre la posibilidad de que el presidente Nayib Bukele se mantenga en el poder más allá de los límites originalmente establecidos por la Constitución.
Con 57 votos de Nuevas Ideas (NI) y partidos aliados, se modificaron los artículos 75, 80, 133, 152 y 154 de la Carta Magna. Entre los cambios destacan: la ampliación del período presidencial a seis años, la eliminación de la segunda vuelta electoral, y el recorte del actual mandato de Bukele para que finalice en 2027 y se alinee con las elecciones legislativas y municipales.
Bukele contradice su postura de 2024
En febrero de 2024, tras ser reelegido por segunda vez, Bukele declaró que no era necesaria una reforma constitucional para permitir la reelección indefinida. Sin embargo, apenas un año y medio después, su partido impulsó la enmienda argumentando la necesidad de "sincronizar los tiempos electorales" y reducir los costos por campañas permanentes.
Este giro ha sido interpretado por la oposición como un movimiento autoritario. Para Marcela Villatoro, legisladora de Arena, “han matado la democracia disfrazada de legalidad”. La diputada Claudia Ortiz, de VAMOS, calificó la reforma como un plan diseñado desde hace tiempo para perpetuarse en el poder.
¿Consolidación del poder o erosión democrática?
El hecho de que estas reformas se hayan aprobado sin un estudio legislativo previo y mediante dispensa de trámite genera dudas sobre su legalidad y legitimidad. Además, la reforma incluye la eliminación de sanciones para quienes promuevan la reelección, lo que desmonta una de las barreras constitucionales históricas que protegían la alternancia en el poder.
Desde el primer mandato de Bukele, su gobierno ha sido señalado por organismos internacionales por acumular poder y debilitar los contrapesos institucionales. En 2021, la Sala de lo Constitucional —elegida por una Asamblea favorable a Bukele en un proceso muy cuestionado— permitió su reelección inmediata pese a la prohibición expresa de la Constitución.
¿Es cuestionable esta acción para quedarse en el poder?
Eliminar los límites a la reelección, especialmente en un contexto donde un solo partido domina los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, plantea serias amenazas a la salud democrática. Aunque se argumenta que es una decisión "popular", los cambios no fueron consultados con la ciudadanía ni aprobados mediante mecanismos de participación directa.
La reelección indefinida suele considerarse una señal de deterioro institucional. La concentración del poder en una sola figura, incluso si esta cuenta con altos niveles de aprobación, puede conducir a la pérdida de garantías democráticas y a la consolidación de un régimen autoritario.
Conclusión
La aprobación de la reelección indefinida en El Salvador marca un antes y un después en la historia democrática del país. Más allá de la popularidad de Bukele, la medida representa un paso más hacia la concentración absoluta del poder. La falta de debate, la eliminación de contrapesos y la intervención en el sistema judicial despiertan profundas alertas tanto internas como internacionales. Lo que hoy se presenta como una reforma administrativa podría mañana convertirse en un obstáculo para la alternancia democrática.